Tiempo de Lectura: 12 minutos (largo pero bueno ✌️)

¡Hola!

Buen domingo.

Hoy quiero hablarte de un concepto que me cambió la vida, literalmente.

Una idea que, si bien fue escrita hace casi 2000 años, sigue más vigente hoy que nunca.

Pero antes, un anuncio:

Ahora sí, pasemos a lo nuestro:

¿Cuánto de lo que te preocupa está realmente bajo tu control?

Pensalo por un momento.

Muchas de las cosas que nos quitan el sueño no dependen de nosotros. Aun así, cuando no salen como queremos, nos enojamos, nos frustramos, sentimos ansiedad o le damos mil vueltas en la cabeza.

En otras palabras: nos preocupamos.

Le damos poder a algo de afuera.

Dejamos que eso externo dicte nuestro estado interno, sin siquiera cuestionarlo. Lo curioso es que, si bien no podemos controlar lo que sucede, sí podemos controlar cómo interpretamos eso que sucede.

Los estoicos lo llamaban la Dicotomía del Control.

Y hoy quiero compartirte esta herramienta para que dejes de gastar energía en lo que no podés cambiar, y te enfoques en lo que realmente importa.

Pero antes, una historia.

De cuando me preocupé tanto que no pude ni comer pizza

"Nacho, tenemos que hablar."

Esa frase siempre me había detonado preocupaciones. Y esta vez no fue la excepción.

Estaba de viaje de trabajo con una amiga (a quien llamaremos F), que además de amiga, era mi superior en ese proyecto. Era mi día libre en una ciudad que no conocía (famosa por sus pizzas 🍕)y pensaba aprovecharlo al máximo.

Estaba por salir a explorar cuando sonó el teléfono de mi cuarto:

—¿Hola?
—Hola, Nacho.
—¡Hey, F! ¿Qué onda? ¿Salimos a recorrer la ciudad?
—No. Tenemos que hablar.
—Ehm... ¿Todo bien?
—Nos vemos en una hora en el lobby.

Colgó.

Lo que iba a ser un día de disfrute se convirtió en una espiral de preocupaciones.

"¿Qué hice mal? Quizás dije algo fuera de lugar, como siempre…
¿Habré metido la pata? ¿Me irán a despedir…? Seguro me van a despedir…"

La neurosis se activó. Las suposiciones se multiplicaron. Y mi estómago se apretó como el nudo de un marinero del siglo XVII. 🏴‍☠️🪢

Fue la hora más larga del año.

Cuando bajé al lobby, mi corazón latía a mil.

F estaba sentada, muy relajada tomando un café.

Me sonrió al verme. Eso me confundió pero a su vez me tranquilizó.

—¿Qué onda? ¿De qué tenemos que hablar? —le lancé apresurado (ni “hola” le dije)
—Ah, sí... En el hotel se quejaron de que ponés la música muy fuerte en tu cuarto.

Me quedé en silencio.

—¿Eso era?
—Sí, solo quería pedirte que la bajes un poco. Ahora sí, ¿vamos a pasear?

Mi cara:

O sea…

Estuve una hora preocupándome, angustiándome y haciéndome la película en la cabeza… por nada.

El día siguió, pero no lo disfruté tanto. La preocupación me había cerrado el estómago y no pude comer la cantidad pizzas que me hubiese gustado comer en la ciudad de las pizzas (bueno, unas 6 porciones metí).

Pero ese día entendí algo:

Preocuparme por lo incontrolable es una de las formas más inútiles de gastar mi energía.

Me di cuenta de que preocuparme era usar mi imaginación para crear los peores escenarios posibles. Meras suposiciones catastróficas y fatalistas. Pura cháchara mental.

Desde ese día, decidí dejar de alimentar mi mente con preocupaciones ilusorias.

La trampa de preocuparnos por lo incontrolable

La mayoría de las personas desperdicia su energía preocupándose.

Y si te fijás bien, ¡por cosas que no dependen de ellas! Desde el clima y el gobierno hasta lo que piensan los demás. Se la pasan suponiendo los peores escenarios posibles, y sufren en el presente como si ya se hubieran cumplido.

Como se dice en mi pueblo: gastan pólvora en chimango.

Pero preocuparse no es ocuparse.

Las preocupaciones están siempre ligadas al el futuro, y el futuro aún no existe. No podemos controlarlo. Y querer controlar lo incontrolable es la raíz de la ansiedad.

¿Y cómo salir de esta trampa?

Aplicando la Dicotomía del Control! Una herramienta estoica que te ayuda a distinguir entre lo que podés manejar y lo que no. Porque solo cuando dejamos de intentar controlar lo incontrolable, podemos enfocarnos en lo que sí depende de nosotros.

La Dicotomía del Control

Este es el principio es la piedra angular de la filosofía estoica.

Ellos afirmaban que en la vida solo hay dos cosas que realmente están bajo nuestra esfera de control:

👇

1. Nuestras decisiones. 🫡

2. Nuestras interpretaciones. 🧐

Todo lo demás está fuera de nuestro control.

Aceptar esta idea no significa volverse pasivo, sino enfocar la energía en lo que sí podés cambiar: tu estado interno. Porque siempre podés elegir interpretar eso externo a tu favor, por más loco que parezca.

Y ese es el primer paso para convertirte en un/a creador de tu realidad. 🪬

El Círculo de Influencia

Vale mencionar esta otra idea complementaria.

Stephen Covey, en Los 7 hábitos de la gente altamente efectiva, habla del Círculo de Influencia. En él, se refiere a esas cosas que no podemos controlar directamente, pero sí podemos influir en ellas. Te doy algunos ejemplos:

• No podés controlar si te contratan en un trabajo, pero sí podés mejorar tus habilidades. 🤝 

• No podés controlar si alguien te quiere, pero sí podés trabajar en ser una mejor versión de vos mismo/a. 🏃‍♀️ 

• No podés controlar el clima, pero sí podés elegir llevar un paraguas. ☔️ 

En la vida podés elegir:

1. Tratar de controlar lo incontrolable = vivir frustrada.

2. Enfocarte en lo que sí depende de vos = vivir en paz.

Ambas son decisiones.

El poder de la interpretación

No es lo que pasa, sino cómo lo interpretamos.

Lo que para alguien es deprimente, para otro puede ser indiferente o incluso positivo. Nuestra percepción y opinión sobre lo que sucede determinan cómo nos sentimos. Epicteto lo ponía así: "No son los eventos los que nos afectan, sino nuestras opiniones sobre ellos."

O como dice la canción: es una cuestión de actitud. 🎶

Y la actitud con la que abordamos cada situación, es la que determina cómo la interpretaremos!

Pensalo así: hay dos formas posibles de interpretación. Y para simplificarlo aún más, podemos pensarlo en fórmulas. Quiero que leas las dos fórmulas a continuación, y pienses cuál de las dos es más empoderante y gratificante:

“X me sucedió, por lo tanto me siento Z.”

o

“X sucedió, elegí interpretarlo Y, y por lo tanto me siento Z.”

La diferencia entre alguien que sufre y alguien que no -ante la misma situación- está en la historia que se cuentan sobre lo que pasó. Y lo repito: la elección de la interpretación siempre es tuya, independientemente de lo que haya sucedido ahí afuera.

Y si no, mirá lo que escribió el Dr. Viktor Frankl después de haber pasado por varios campos de concentración:

Dominar el arte de la interpretación es la clave.

Si querés dejar de regalarle tu poder personal a lo externo; te recomiendo probar con interpretar todo a tu favor. Mejorá el guión de la peli que te estás contando. 🎬

La próxima vez que algo te haga sentir mal, antes de reaccionar, preguntate:

• ¿Estoy interpretando esto de la peor manera posible?

• ¿Hay otra forma de verlo que me eleve en lugar de hundirme?

Porque al final del día, la historia que te contás… es la historia que vivís. 👁️‍🗨️

Beneficios de aplicar esta mentalidad

1. Menos ansiedad, más claridad.
   Cuando aceptás lo que no podés cambiar, dejás de desgastarte.

   Vivís con mucha mayor liviandad.

   Es, literalmente, liberador.
   

2. Más energía para lo que realmente importa.
   En vez de pelearte con la realidad, la usás a tu favor. La verdadera transformación empieza con la aceptación.
   

3. Mayor adaptabilidad y resiliencia.
   Dejá de ser víctima de las circunstancias y tomá el control de lo que sí podés cambiar. Las cosas dejan de sucederte a vos —y comienzan a suceder por vos.
   

4. Mejores decisiones y relaciones más sanas.
   Cuando soltás la necesidad de controlar a los demás, vivís con más paz mental.
   Por otro lado, los demás sienten esa libertad cuando están con vos.
   Y ese es un gran regalo para todos.

¿Y cómo podés aplicar esta idea en tu vida cotidiana?

Te quiero dejar con un ejercicio práctico que te va a permitir ver tus preocupaciones cara a cara, y soltarlas al instante.

Es liberador y te va a tomar menos de 15 minutos.

Ejercicio: Tu Círculo de Despreocupación

Conclusión

Los pensamientos que albergamos en nuestra cabeza ocupan lugar.

Y ese lugar mental demanda energía. Y si nuestra energía es finita, es mejor invertirla en lo que sí podemos controlar. Por eso, si querés menos ansiedad y más paz mental, acostumbrate a preguntarte:

"¿Esto está bajo mi control?"

Si la respuesta es Sí → Hacé algo al respecto.

Si la respuesta es No → Soltalo y dejalo ir.

Así se vive con mayor claridad y disfrute.

Los Post Datas

PD1 | Recomendación de la semana:
Jurado #2

Qué peliculón!

Dirigida por el gran Clint Eastwood que este año cumple 95 años (!).

La película me recordó a ese clásico de 1957, 12 Angry Men —pero con una vuelta de rosca muy interesante, y una critica a la justicia que te deja pensando…

Impecable, lo que se dice cine.

🎬

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Hasta la semana que viene,

Nacho
Creadores Versátiles