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Comenzás a Morir Cuando Dejás de Aprender
Cómo cultivar una mentalidad versátil y evitar el estancamiento.
Tiempo de Lectura: 11 minutos
¡Buen domingo!
Hoy no vengo a compartirte solo una idea.
Vengo a hablarte de una actitud ante la vida.
Una forma de mirar el mundo, y de mirarte a vos también.
Con curiosidad. Con ganas de crecer. Con humor.
Y es que si algo tenemos a favor como humanos,
es que podemos seguir aprendiendo hasta nuestro último día.
Por eso, si hace rato que no aprendés algo que te entusiasme…
puede que el correo de hoy sea para vos.
Comencemos:
Empezamos a morir el día que dejamos de aprender

Hay una creencia popular de que, una vez que terminamos con la educación formal, no hace falta volver a ser estudiantes nunca más.
Como si terminar la escuela o la universidad implicara no necesitar seguir aprendiendo.
Pero la vida nunca deja de enseñar.
Cada experiencia, cada relación, cada obstáculo puede traer consigo una lección. Pero el tema en cuestión no es si la vida sigue enseñando, sino si nosotros seguimos aprendiendo.
Y más importante aún: si seguimos abiertos y con ganas de aprender.
La trampa de dejar de ser aprendices

Muchos abandonan el aprendizaje activo por distintos motivos.
Algunos por arrogancia (creen saberlo todo). Otros quizás por ignorancia (desconocen su desconocimiento). Y otros porque la pasaron tan mal durante sus años de estudiante que no quieren volver a saber de eso (yo era una mezcla de los tres).
Lo que estos tres tipos de personas tienen en común es que adoptaron una misma mentalidad: la Mentalidad Fija.
Decidieron que ya no pueden (ni quieren) aprender algo nuevo. En gran medida porque volver a ser novato/a es incómodo y doloroso (cualquiera que haya intentado cambiar un hábito lo sabe!). En esos casos, podríamos decir que el cambio se convierte en una amenaza a la identidad.
El problema es que esa mentalidad, hoy más que nunca,
es la receta perfecta para quedar atrás.
¿Cómo piensa alguien con mentalidad fija?

Alguien con una mentalidad fija cree que el talento es algo con lo que se nace.
Piensa "nunca fui bueno en eso, así que para qué intentarlo". Y si intenta algo y fracasa, se lo toma como una derrota. En lugar de ver el fracaso como algo necesario para su crecimiento, lo percibe como un error, una calle sin salida.
Evita desafíos por miedo a fallar.
Y si recibe críticas o feedback, es posible que las tome como ataques personales. Todo intento de mejora se siente como una evaluación pública de su valor personal. Como si el mundo estuviera observándolo, esperando que se equivoque.
Por eso vive defendiendo una imagen, en lugar de abrazar su potencial.
Así se vuelve rígido. Pierde flexibilidad y creatividad.
Y poco a poco, se va quedando atrás.

Pero la mentalidad fija ya no es viable ni funcional.
Vivimos en un mundo donde el cambio es la norma. Ya lo estamos viendo: trabajos que solían ser “estables”, hoy están siendo reemplazados por nuevas herramientas como las IA. Lo que ayer significaba seguridad, hoy puede convertirse en estancamiento y obsolescencia.
La velocidad con la que está cambiando todo es abismal.
Por eso es que hoy la adaptabilidad no es un lujo… es una necesidad.
Y si nos volvemos obsoletos no será por envejecer, sino porque dejamos de aprender.
Por suerte, hay otro camino
La alternativa: Mentalidad Versátil

Hay una gran alternativa a la mentalidad fija.
La profesora y autora Carol Dweck, la llamó "mentalidad de crecimiento". Acá la llamamos Mentalidad Versátil. Porque no sólo se trata de crecer, sino de adaptarse, fluir, reinventarse. Y si encima se guía por nuestras pasiones y múltiples intereses, mejor.
Adoptar una mentalidad versátil
es una forma de estar en el mundo con apertura.
Con la curiosidad para explorar infinitamente. Con la intención de reinventarse una y otra vez. Con la certeza de que siempre se podés expandir tu potencial personal.
Las personas con esta mentalidad ven la inteligencia como un músculo.
Cuanto más se entrena, más se expande.
Y cuanto más aprenden, más conciencia tienen de todo lo que no saben.
Cómo piensa alguien con mentalidad versátil

Una persona con mentalidad versátil se deja guiar por la curiosidad.
Explora nuevos temas, prueba cosas distintas, se cuestiona sus creencias. No se define por lo que sabe, sino por su capacidad de aprender. Se atreve a ser aprendiz una y otra vez.
Se conoce a si misma, cada día un poco más.
Practica la autoconsciencia a través de la autoindagación. Reconoce sus luces y sombras, y en lugar de negarlas, trabaja con ellas.
Se abre a nuevas experiencias.
Se expone a entornos desafiantes, personas distintas, ideas que la saquen de su molde. No porque le guste la incomodidad, sino porque sabe que ahí es donde se crece.
Ve cada obstáculo como una oportunidad para evolucionar.
Y eso la hace más ágil, más adaptable, más humana. Más versátil.
3 prácticas para empezar hoy

Cualquiera puede cultivar una mentalidad versátil.
Y de hecho no hace falta cambiar toda tu vida para empezar. No necesitás anotarte en mil cursos ni leer una pila de libros, ni hacer un retiro de meditación de 10 días (aunque algún día me animaré!).
Es más fácil de lo que pensás.
Con algunos ajustes de mirada (cambios de perspectiva) y unas pocas prácticas muy simples, podés comenzar a cultivar tu mentalidad versátil hoy mismo. La única clave está en empezar, con curiosidad y humildad, y mantenerse en movimiento.
Para eso quiero compartirte tres prácticas simples para dar el primer paso.
(una pequeña pausa)
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3 practicas simples para ordenar tu mente hoy
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