Fui el último en llegar al aeropuerto

Tiempo de Lectura: 5 minutos

“Vaya corriendo a la sala de embarque, señor.”

Eso fue lo que me dijo la mujer del mostrador.

Estaba por irme a España a trabajar unos meses. Ese día, desde el comienzo, fue caótico. Empezando por el Uber que llegó con 30 minutos de demora. No es de extrañar que desde que saliera de mi casa, ya iba preocupado.

Pero la cosa empeoró:

Una manifestación bloqueaba la autopista que llevaba a Ezeiza.

Autos frenados, bocinas, atascamiento… el típico caos porteño.
Estaba convencido de que iba a perder el vuelo... y también el trabajo.

En ese Uber que avanzaba a 20km/h, me hice una promesa: si llegaba a tomarme ese avión, nunca más llegaría tarde a nada importante.* ^{_{*(promesa nunca cumplida)}}

Llegamos a Ezeiza. Mi corazón latía a mil.

“Buen viaje”, me dijo el conductor, con una fe que ni yo tenía.

Fui corriendo a despachar la valija, y de suerte me dejaron pasar. Cuando le agradecí a la mujer del mostrador, me clavó la mirada y me preguntó “¿Por qué aún no está corriendo a la sala de embarque?”

Y corrí.

Vaya si corrí.

Atravesé el control como Bruce Willis en Duro de Matar 2 (muy rápido). Ignoré los chocolates del Free Shop y me dirigí directo a la puerta 14.

Como si mi vida dependiera de ello.

Y llegué.

Qué alivio: todavía no empezaban a embarcar.

Me senté, recuperé el aliento y llamé a mi vieja. Necesitaba contarle a alguien la odisea de preocupación por la que acababa de pasar en las últimas 3 horas. Pero apenas atendió, escuché mi nombre en el parlante:

“Señor Juan Ignacio Bru… preséntese urgente en el mostrador. Muchas gracias.”

Mi corazón se frenó.

Ya me había relajado… ¿y ahora qué??

Fui corriendo al mostrador.

—Yo soy Juan Ignacio, ¿qué pasó?

—Buenas tardes, señor Bru. Este vuelo se ha sobrevendido…

—Ajá…

—Y como usted fue el último en llegar…

—Ajá…

—…vamos a tener que pasarlo a Primera Clase.

— Ajá…

—Si no le molesta.

—NO ME MOLESTA.

—Perfecto. Puede embarcar ahora mismo, tiene prioridad.

—Con permiso entonces…

Y caminé por el pasillo al avión, todavía agitado por la adrenalina. Una azafata me recibió con una copa de champán: “Bienvenido a su asiento, 1A”. Y me escoltó al asiento de avión más XL y más reconfortante que vi en mi vida.

Una vez acomodado, volví a llamar a mi vieja. Cuando me atendió le dije:

— Madre… hoy perdí el control, pero gané un gran asiento.

Ese día entendí que el caos puede esconder sorpresas increíbles.

El Uber demorado, la manifestación camino a Ezeiza, el aeropuerto en refacción… ninguna de esas cosas estaba bajo mi control. Sin embargo, permití que me preocuparan y me estresaran.

Dicen que el 85% de lo que nos preocupa nunca sucede.

La mente crea historias dramáticas, y nosotros las creemos. Tememos perder el control de las cosas. Pero la realidad es que podemos controlar muchas menos cosas de las que pensamos.

A veces lo mejor que podés hacer es relajarte en medio del caos.

Nunca sabes con qué te puede sorprender.

Prompt de la Semana

Álbum Sugerido

Discazo de los 70, misterioso Nick Drake, genial para un día frío como este (mientras escribo esto, afuera está nevando! ☃️)

🍿 PD1:

Si tenés ganas de ver algo distinto, te recomiendo este documental sobre la vida de un chico con muy poca salud, que parecía solitaria, pero que terminó tocando cientos de vidas… gracias a un juego en linea.
Hermosa.

🎧 PD2:

Si tenés ganas de escuchar algo distinto, te recomiendo nuestra nueva canción de Tito & Nacho, oportunamente titulada Mirando el Celular.
Pronto sale el videoclip!

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Nacho
Versatilistas